Manuel Toledo Zamorano
Un
plan de formación es un conjunto de acciones que, organizadas y secuenciadas a
lo largo del año cofrade, sirve para que los hermanos de una hermandad puedan
vivir su vida de fe en ella y acrecentar y ampliar sus conocimientos sobre
diferentes aspectos de la realidad eclesial y cofrade que los rodea.
Por todo ello para poder organizar
nuestro plan de formación en la Hermandad debemos tener presente los siguientes
ítems:
1.-
Hacer un análisis sincero de la realidad de la hermandad: qué hemos hecho, cómo
han resultado las distintas llamadas formativas, en qué hemos acertado y en qué
hemos fallado y, sobre todo, qué podemos hacer.
2.-
Conocer y asumir el Plan Pastoral Diocesano que elaborado por el Arzobispado
marca las líneas de acción para un período de tiempo, normalmente cuatro años.
3.-
Definir uno o dos objetivos para el año, teniendo en cuenta el método de
programación por objetivos, la espiritualidad que comporta y los medios para
realizarlo.
4.-
Hacer una programación anual que, secuenciada por trimestres, nos permita
alcanzar los objetivos propuestos.
5.-
Estudiar qué método de trabajo nos parece más acertado para nuestras
Hermandades: ponencias, charlas-coloquio, grupo de trabajo dirigido, etc.
6.-
Ofrecer a los hermanos los recursos materiales para poder formarse.
7.-
Organizar acciones formativas para los nuevos hermanos que entran en la
Hermandad. En ellas sería interesante preparar una recepción adecuada que les
motivase a ser cofrades comprometidos que no sólo van a su Hermandad el día de
la salida procesional, sino que a lo largo del año acuden para encontrar en ella
los cauces de formación que como fiel laico necesitan. La misma podría incluir
aspectos históricos, organizativos, cultuales, culturales, etc. Todos ellos
adecuados a las diferentes edades de los nuevos hermanos.
8.-
Organizar catequesis para los niños y jóvenes, especialmente estos últimos,
catequesis de confirmación. Existen manuales que sirven para prepararse a
recibir el sacramento de la Confirmación. ¡Qué mejor espacio que su propia
Hermandad para que un joven pueda iniciar este ciclo formativo!
9.-
Organizar para adultos sesiones mensuales, quincenales o semanales,
preferiblemente quincenales, que conlleven un trabajo “in situ” es decir, en la
hermandad durante un período de tiempo de 1 hora y media o dos horas y un
trabajo en casa.
10.-
Pedir el compromiso de asistencia a los interesados.
No olvidemos que un plan de formación
debe ser ante todo REAL, por lo que
el análisis inicial es clave para ello; ASUMIBLE,
no nos propongamos metas muy elevadas que no podamos alcanzar; SERIO, ya que no podemos empezarlo con
“muchas ganas” y al mes siguiente lo comenzamos a dejar y, sobre todo, ORGANIZADO,
puesto que no hay peor compañero de la formación que el hacer las cosas a
“salto de mata”, sin orden ni concierto.