sábado, 25 de mayo de 2013

DIOS UNO Y TRINO


Manuel Toledo Zamorano

En un tiempo litúrgico en el que ya todos gozamos de un Jesús que en su totalidad está presente en la Eucaristía y en el que nos alegramos porque el mismo Jesús que sufrió la pasión y muerte está ahora con nosotros resucitado, nos disponemos a celebrar dos festividades que son el santo y seña del devenir del cristiano.

La primera, más cercana en el tiempo, nos acerca a Dios Trinidad, ese Misterio con mayúsculas que año tras año en su festividad litúrgica nos recuerda que Dios Padre con la fuerza de su Espíritu envió a su Hijo a redimir a la Humanidad y en la que “la entrega trinitaria del Hijo al Padre y viceversa es verticalidad absoluta, felicidad absoluta, alegría absoluta, auge absoluto.” (Cardenal Joachim Meisner, “Eucaristía y Evangelización”, C.E.Internacional, Sevilla, 1993).



La segunda, a la semana siguiente, es la que en todo el orbe cristiano dedicamos a Jesús Sacramentado que al hacerse presente en la Eucaristía hace que ésta contenga todo el bien espiritual de la Iglesia, que no es otro que el mismo Cristo, nuestra Pascua y  Pan vivo por su carne, que da la vida a los hombres, vivificada y vivificante por el Espíritu Santo. Jesús,  en el Santísimo Sacramento del altar, es fuente de vida que al recibirlo permite vivir nuestra existencia llena de su Espíritu y nos hace partícipes de su vida pascual.

Felicidades a todas la Familia Trinitaria por el acontecimiento que vamos a vivir mañana domingo,    Fiesta de la Santísima Trinidad.

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