Manuel Toledo Zamorano
Dios Uno y Trino quiso que las entrañas purísimas de una virgen de Nazareth sirvieran de sagrario en el que su primogénito adquiriese humanidad y viniese al mundo como todos nosotros. Esa humanidad, es cercanía, es hacerse un “igual” entre todos los seres humanos, es presentarse como una realidad semejante a nosotros que por amor, se entrega, es sacrificado y sufre muerte de cruz, precisamente para salvarnos.
¡Qué grande es Dios, que aun siendo Dios, no tuvo reparos en adquirir
una condición humana!
Grandeza
divina que es correspondida por su bendita Madre, la primera servidora de la
humanidad y la primera que se puso al servicio de Dios para que su plan
salvífico se llevase a efecto.
María de los Reyes, es sin lugar a dudas, el mejor camino
para llegar a Cristo, es su Madre y como tal conoce y comprende las debilidades
de un Hijo que, siendo Dios, se hizo hombre como nosotros.
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