domingo, 21 de abril de 2013

EL PLAN DE FORMACIÓN DE UNA HERMANDAD


Manuel Toledo Zamorano

     Un plan de formación es un conjunto de acciones que, organizadas y secuenciadas a lo largo del año cofrade, sirve para que los hermanos de una hermandad puedan vivir su vida de fe en ella y acrecentar y ampliar sus conocimientos sobre diferentes aspectos de la realidad eclesial y cofrade que los rodea.
       
       Por todo ello para poder organizar nuestro plan de formación en la Hermandad debemos tener presente los siguientes ítems:

1.- Hacer un análisis sincero de la realidad de la hermandad: qué hemos hecho, cómo han resultado las distintas llamadas formativas, en qué hemos acertado y en qué hemos fallado y, sobre todo, qué podemos hacer.

2.- Conocer y asumir el Plan Pastoral Diocesano que elaborado por el Arzobispado marca las líneas de acción para un período de tiempo, normalmente cuatro años.


3.- Definir uno o dos objetivos para el año, teniendo en cuenta el método de programación por objetivos, la espiritualidad que comporta y los medios para realizarlo.

4.- Hacer una programación anual que, secuenciada por trimestres, nos permita alcanzar los objetivos propuestos.

5.- Estudiar qué método de trabajo nos parece más acertado para nuestras Hermandades: ponencias, charlas-coloquio, grupo de trabajo dirigido, etc.

6.- Ofrecer a los hermanos los recursos materiales para poder formarse.

7.- Organizar acciones formativas para los nuevos hermanos que entran en la Hermandad. En ellas sería interesante preparar una recepción adecuada que les motivase a ser cofrades comprometidos que no sólo van a su Hermandad el día de la salida procesional, sino que a lo largo del año acuden para encontrar en ella los cauces de formación que como fiel laico necesitan. La misma podría incluir aspectos históricos, organizativos, cultuales, culturales, etc. Todos ellos adecuados a las diferentes edades de los nuevos hermanos.

8.- Organizar catequesis para los niños y jóvenes, especialmente estos últimos, catequesis de confirmación. Existen manuales que sirven para prepararse a recibir el sacramento de la Confirmación. ¡Qué mejor espacio que su propia Hermandad para que un joven pueda iniciar este ciclo formativo!

9.- Organizar para adultos sesiones mensuales, quincenales o semanales, preferiblemente quincenales, que conlleven un trabajo “in situ” es decir, en la hermandad durante un período de tiempo de 1 hora y media o dos horas y un trabajo en casa.

10.- Pedir el compromiso de asistencia a los interesados.

         No olvidemos que un plan de formación debe ser ante todo REAL, por lo que el análisis inicial es clave para ello; ASUMIBLE, no nos propongamos metas muy elevadas que no podamos alcanzar; SERIO, ya que no podemos empezarlo con “muchas ganas” y al mes siguiente lo comenzamos a dejar y, sobre todo,  ORGANIZADO, puesto que no hay peor compañero de la formación que el hacer las cosas a “salto de mata”, sin orden ni concierto.

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