Manuel Toledo Zamorano
Todos
deseamos ver a Dios, conocer cómo es Dios, y de siempre, nos olvidamos que sólo
con continuar con Cristo la construcción del Reino ya lo estamos haciendo
presente en nuestras vidas.
Conocer
Dios en las cosas sencillas del día a día, en las relaciones interpersonales,
en el trato afable a aquél que se nos acerca.
Jesús del Gran Poder, Dios hecho hombre |
Conocer
a Dios en nuestra rutina y quehacer diario, en fin, en todas y cada una de las actividades que
llevamos a cabo diariamente y que con tanto esfuerzo y sacrificio vamos sacando
adelante.
Conocer
el rostro de Dios, siguiendo a su Hijo, es poner en práctica la caridad, la misericordia
y el amor al hermano, como ya he dicho en otras ocasiones: “en el que a tu lado
está y sólo Dios es el que te lo ha puesto ahí”.
Conocer
el rostro de Dios es llevar a cabo, que la acción caritativa y social de la misma, se vea engrandecida cada día
más. Vivimos unos tiempos muy difíciles que necesitan de mujeres y hombres
comprometidos que sigan apostando por el proyecto redentor del crucificado y
que no es otro que el AMOR al necesitado, el dar la palabra oportuna en cada
momento y, en definitiva, hacer patente
con nuestro ejemplo lo que tantas veces hemos dicho y que aparece en la primera
carta pastoral del Santo Padre Benedicto XVI: Dios es
Amor.
Es
necesario y, sé que cuesta, reconocer a Cristo en los necesitados, ya que a
veces no llegan a nosotros como quisiéramos que llegasen, pero hay que tener
presente que posiblemente sus circunstancias personales les imposibiliten
recuperar la dignidad humana que nunca debieron perder. Esa es nuestra labor,
darles esa dignidad de hijos de Dios, hacer que se sientan queridos y comprendidos y, sobre todo, si es posible
”darles la caña y enseñarles a pescar”, aunque hoy en día y dados los tiempos
que corren, es difícil y a veces
sólo podemos “dar el pescado”, pero no importa, eso también es labor de caridad.
Sigamos
construyendo el Reino de Dios aquí en la tierra y seamos cada día un poco
mejores. De esta forma haremos que nuestras Hermandades sean cada
vez más corporaciones nazarenas atentas a los tiempos actuales, cercanas y
seguidoras del auténtico rostro y amor de Dios.
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