sábado, 23 de marzo de 2013

EL DESEO DE CONOCER EL ROSTRO DE DIOS

Manuel Toledo Zamorano

Todos deseamos ver a Dios, conocer cómo es Dios, y de siempre, nos olvidamos que sólo con continuar con Cristo la construcción del Reino ya lo estamos haciendo presente en nuestras vidas.
Conocer Dios en las cosas sencillas del día a día, en las relaciones interpersonales, en el trato afable a aquél que se nos acerca.
Jesús del Gran Poder, Dios hecho hombre
Conocer a Dios en nuestra rutina y quehacer diario, en fin, en  todas y cada una de las actividades que llevamos a cabo diariamente y que con tanto esfuerzo y sacrificio vamos sacando adelante.
Conocer el rostro de Dios, siguiendo a su Hijo, es poner en práctica la caridad, la misericordia y el amor al hermano, como ya he dicho en otras ocasiones: “en el que a tu lado está y sólo Dios es el que te lo ha puesto ahí”.
Conocer el rostro de Dios es llevar a cabo, que la acción caritativa y social de la misma, se vea engrandecida cada día más. Vivimos unos tiempos muy difíciles que necesitan de mujeres y hombres comprometidos que sigan apostando por el proyecto redentor del crucificado y que no es otro que el AMOR al necesitado, el dar la palabra oportuna en cada momento y,  en definitiva, hacer patente con nuestro ejemplo lo que tantas veces hemos dicho y que aparece en la primera carta pastoral del Santo Padre Benedicto XVI: Dios es Amor.
Es necesario y, sé que cuesta, reconocer a Cristo en los necesitados, ya que a veces no llegan a nosotros como quisiéramos que llegasen, pero hay que tener presente que posiblemente sus circunstancias personales les imposibiliten recuperar la dignidad humana que nunca debieron perder. Esa es nuestra labor, darles esa dignidad de hijos de Dios, hacer que se sientan queridos  y comprendidos y, sobre todo, si es posible ”darles la caña y enseñarles a pescar”, aunque hoy en día y dados los tiempos que corren,  es difícil y  a veces  sólo podemos “dar el pescado”, pero no importa,  eso también es labor de caridad.
Sigamos construyendo el Reino de Dios aquí en la tierra y seamos cada día un poco mejores. De esta forma haremos que nuestras Hermandades sean cada vez más  corporaciones nazarenas atentas a los tiempos actuales, cercanas y seguidoras del auténtico rostro y amor de Dios.

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